Por, con, entre, desde, hasta, en, los ojos de mi gato
<Léase lo azul como anécdota y el resto... espero que no lo sea.>
Alguna vez había que salir definitivamente de la anécdota. Y ésta es esa vez. La vez que hubo interacción de sueños. La vez que encarnás ese definitivo es rotura y entonces te ves reflejada en los ojos de un gato, no de un espejo.
Mi gato no habla en palabras pero me canta las verdades que heredó de los ojos de sus padres-madres y de las madres-padres de sus padres-madres. Mi gato hace discurrir su mirada en mis pensamientos para que de una vez sepa qué hacer conmigo, qué debo hacer con él y con el resto de lo vivo y lo inanimado (aún) ... me mima y en ese mimo le creo para que se potencie su vida en mi, para que yo, que ayer lo castré, sepa que eso que hice fue un definitivo. Me mima para gritarme que rompí su herencia futura, que ahora yo debo continuarla. Y acepto el reto porque es mi voluntad, la voluntad de los hombres y mujeres que creen en la ley natural, natural a los hombres y mujeres que roban a la naturaleza lo que les conviene. Me grita para que Antígona furiosa, herida, desate todos los hilos que hayan quedado enredados a mi misma y los ate a mi futura-actual herencia, ya!: ... mis deseos.
Los ojos de mi gato son los ojos de Polinises. Están llenos de la luna que lo acompañó a morir, la misma que lo hizo vivir. Hubo que escarbar profundo de la superficie al hue-sv-o, del hue-vs-o a la superficie. Hubo que arar para cosechar pero la misma tierra de la que bebió en vida fue la qué abonó sus ojos. La misma (siempre cambiante) que yo usé para enterrar sus agujeros, para recrearlos sobre sí mismos. La misma que ellos (Creonte y su troupe) sacaron nuevamente para que sus ojos se desintegren en la superficie y se queden allí, semi-enterrados pero habiendo llegado antes al fondo de sus heridas.
Mi gato. El gato de todos los que saben leer su herencia (pasada, presente, futura).
La muerte es un corte para los que mueren y los que asisten a la muerte. El corte mata o desentierra verdades y las vuelve a hundir, renovadas de corte que sanará por lo que creamos (crear): lo que creamos que hay que creer para hacer crecer. Nuevamente habrá otros cortes para lo que nazca confuso o inválido para lo definitivo. Lo definitivo nunca puede ser anécdota, debe ser, es, sueño. Lo definitivo no define-abre un sinfin de definitivos posibles que ocurren-en, con, para cuándo, dónde, entre hacia, hasta, para, por- lo que ven los ojos de mi gato... la mirada que me contagió con su mirada. Los definitivos no entienden de contextos ni pretextos, superficializan-hacen piel- los defintivos de los que nacieron. Los contextos nunca son "dimensiones de multiplicidades" porque sólo saben funcionar aislados, porque no se transforman entre ellos, no registran al otro y además porque no existen en los ojos de mi gato que es donde están las verdades. Las verdades se llaman así porque son capaces de ver-dónde, cuándo, cómo, para, hacia, por, qué, entre...- quiero dar... dad y recibid!-simultáneamente y a ritmo diferente-, dad y recibid polifónicamente!-diálogo de cuerpos hechos canción-.
Mi gato no habla en palabras pero me canta las verdades que heredó de los ojos de sus padres-madres y de las madres-padres de sus padres-madres. Mi gato hace discurrir su mirada en mis pensamientos para que de una vez sepa qué hacer conmigo, qué debo hacer con él y con el resto de lo vivo y lo inanimado (aún) ... me mima y en ese mimo le creo para que se potencie su vida en mi, para que yo, que ayer lo castré, sepa que eso que hice fue un definitivo. Me mima para gritarme que rompí su herencia futura, que ahora yo debo continuarla. Y acepto el reto porque es mi voluntad, la voluntad de los hombres y mujeres que creen en la ley natural, natural a los hombres y mujeres que roban a la naturaleza lo que les conviene. Me grita para que Antígona furiosa, herida, desate todos los hilos que hayan quedado enredados a mi misma y los ate a mi futura-actual herencia, ya!: ... mis deseos.
Los ojos de mi gato son los ojos de Polinises. Están llenos de la luna que lo acompañó a morir, la misma que lo hizo vivir. Hubo que escarbar profundo de la superficie al hue-sv-o, del hue-vs-o a la superficie. Hubo que arar para cosechar pero la misma tierra de la que bebió en vida fue la qué abonó sus ojos. La misma (siempre cambiante) que yo usé para enterrar sus agujeros, para recrearlos sobre sí mismos. La misma que ellos (Creonte y su troupe) sacaron nuevamente para que sus ojos se desintegren en la superficie y se queden allí, semi-enterrados pero habiendo llegado antes al fondo de sus heridas.
Mi gato. El gato de todos los que saben leer su herencia (pasada, presente, futura).
La muerte es un corte para los que mueren y los que asisten a la muerte. El corte mata o desentierra verdades y las vuelve a hundir, renovadas de corte que sanará por lo que creamos (crear): lo que creamos que hay que creer para hacer crecer. Nuevamente habrá otros cortes para lo que nazca confuso o inválido para lo definitivo. Lo definitivo nunca puede ser anécdota, debe ser, es, sueño. Lo definitivo no define-abre un sinfin de definitivos posibles que ocurren-en, con, para cuándo, dónde, entre hacia, hasta, para, por- lo que ven los ojos de mi gato... la mirada que me contagió con su mirada. Los definitivos no entienden de contextos ni pretextos, superficializan-hacen piel- los defintivos de los que nacieron. Los contextos nunca son "dimensiones de multiplicidades" porque sólo saben funcionar aislados, porque no se transforman entre ellos, no registran al otro y además porque no existen en los ojos de mi gato que es donde están las verdades. Las verdades se llaman así porque son capaces de ver-dónde, cuándo, cómo, para, hacia, por, qué, entre...- quiero dar... dad y recibid!-simultáneamente y a ritmo diferente-, dad y recibid polifónicamente!-diálogo de cuerpos hechos canción-.
Las verdades se llaman así porque cortan las anécdotas confusas, inválidas, a-contextualizadas de puro contexto a-contextualizado en sí mismo, o sea nada, la nada tampoco existe y por eso en el mismo momento en el que nace muere y no renace.
Las verdades además de cortar siembran definitivos que se defienden hasta que les nace otra anécdota que volverán a cortar, si se puede. ¡Sí, se puede!
Las anécdotas una vez cortadas, y en manos de las verdades, son tiradas al contexto y desaparecen para nunca volver. Nada vuelve nunca de la nada.
Les podría contar muchas anécdotas de mi gato pero no puedo porque las olvidé. Se suicidaron en el mismo momento en que las verdades las mataban.
Alguna vez había que salir definitivamente
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